Una Estampa del Sendero No. 14


Quito, Ecuador, lunes 9 de octubre del 2000


Desde el Centro del Mundo al Corazón de Mis Hermanos.


A través del gran ventanal que mira hacia el occidente desde el 3er piso del edificio de la familia Guerra Erazo se veía un grupo de montañas, en la cumbre de algunas de ellas hay algunas casitas, en los cristales de las ventanas se reflejan al amanecer los dorados rayos del sol.

La mañana del sábado 7 de Octubre apareció con el cielo limpio salvo algunas pequeñas nubecitas recortadas placidamente sobre las montañas que circundan la ciudad.

Hacia el sur se destacaban la cumbre del Cotopaxi, vestida de resplandeciente blancura, lo profundo del azul del cielo se perdía en el infinito, parecía una mañana diseñada para la magia.

El Ceremonial Cósmico se llevó a cabo puntualmente, desde temprano. El Rvdo. Gag-pa Lidia Erazo de Guerra colaboraba con la hermandad en lo preparativos, rosas rojas y claveles blancos adornaban lo alto de las columnas. El salón era lleno de personas. Se celebraba el día de Sat-Guru y con la imposición de honorificaciones para los M. Resp. Getuls: Bertha Lidia Erazo de Guerra y Francia Lidia Ximena Guerra Erazo como Reverendos Gag-pas. Como simpatizantes de honor fueron reconocidos Ing. Eduardo Aníbal Guerra Cadena, Sandra Adela Proaño Salcedo y Ximena Judith Paez Guerra.

Muchas felicidades y realizaciones para todos.

Quedaron pendientes de honorificarse 6 M. Resp. Getuls, pero no llegaron las cruces de Tepic, México.

El paisaje era muy cambiante, durante todo el trayecto las faldas de las montañas se adornaron con diversos vestidos y colores, descendíamos desde los 2870mts. Hasta los 6 mts. De altura S.N.M., la vegetación se transformaba al recorrer el camino desde las montañas pobladas de árboles hasta la aparición de las palmeras y cambures pasando por la gama de la altura de lo semi tropical a lo tropical.


La M. Resp. Hna. Ivonne Guerra manejaba con suma precaución, y en el interior del vehículo surgían los comentarios. "¿Saben de un Resp. Hno. Ex miembro de la G.F.U. llamado Víctor Hugo Benavides, que ha intervenido en uno de nuestros proyectos? ¡Que horror! Dijo sonriendo la Hna. Ivonne, el se dedica a dañar al prójimo.


Recientemente en una entrevista con la R. Hna. Lic. Carmen Lara me preguntaba acerca de un baño ruso que tomé en su casa, "fue muy bueno "le comenté, "alivió mi bursitis", "bueno, lo espero a tomar otro con el almuerzo". Gracias, le agradezco.


El M. Resp. Getuls Luis Fernando Calderón me comentaba con una enigmática sonrisa, Maestro es Ud. Un Koan, presiento lo que me quiere Ud. Decir, es como en cierta ocasión el Papa estando reunido en un gran grupo de seminaristas les solicitó que comentaran algo festivo, uno de ellos tomando la palabra dijo que el aun no revelado secreto de Fátima decía que si seguía portándose mal se le volvería a enviar otro Papa polaco.


Así Ud. me quiere decir que corren el riesgo de tener otro Gurú mexicano. Rió abiertamente diciendo, ¿cómo cree Ud. Maestro?


Los poblados que encontramos sobre el recorrido son muy similares a los de Mexico. Coca Cola, Crema Nivea, Pepsi, Galletas Nabisco, etc, excepto ají, chile, picantes, ¡que horror, que pavor, que terror! Decía la Hna. Ivonne, los perros descansaban perezosamente tumbados en las aceras de las calles.


El sol se asomaba entre las ventanas de las nubes que se estiraban horizontalmente en la vegetación del camino ocasionalmente, colgaban de sus tallos grandes flores blancas que parecían campanas a punto de repicar, las grandes hojas de las cambures y las palmeras parecían saludarnos al pasar, de entre el tupido follaje de los árboles, una que otra palmera parecía saltar de la maleza presumiendo su hermoso plumaje.


Los rayos del sol vespertino pintaban de rojizo las nubes, haciendo sus bordes brillantes y su disco se agrandaba al descender en el horizonte, al sumergirse incendió de color y fuego los espacio.


Llegó la noche y aparecieron las siluetas de las palmeras y el hermoso rojo rey de los tejados se oscureció. Con visualizar luces de los vehículos que nos encontrábamos, proyectaban sobre nosotros sus fugaces luces y fueron apareciendo en el firmamento las primeras estrellas.

Todavía existen en mi la curiosidad y el asombro a que comparar el rumor de las olas que nos arrulló toda la noche? ¿a las voces de una mística letanía? O nos llamaba a sus playas a la contemplación de la noche? O a beber junto a sus playas el cáliz del amor?

Los variados cantos de las aves, los lejanos ladridos de los perros, el cantar de los gallos, la caricia tibia del viento, la incierta luz del amanecer, el rumor de las olas hacían la sinfonía de la alborada.

Sobre la fresca y húmeda arena de la playa realizamos disciplinas, saludo al sol de las siete direcciones, respiración, gimnasia, energetización y la contemplación del mar que se unía al cielo en la lejanía del horizonte.

Corríamos al encuentro de las tibias olas, brincando sobre ellas, flotamos, nadamos, etc; al caer la mañana empezó el bullicio, después de la celebración de la Ceremonia Cósmica regresamos al mar.

De las playas de la ciudad de Tonsupa nos dirigimos hacia las de Sua, que se caracterizaban porque siendo poco profundas puede uno adentrarse caminando hacia el mar.

El sobrio restaurante era atendido por un joven negrito lleno de cortesía, desde su terraza se veía la plaza, lanchas que hacían travesías, a lo lejos había unos barcos, las gaviotas corrían veloces por la playa y el mar.

La rítmica música tropical se escuchaba alegre, las esbeltas hijas de la naturaleza caminaban despreocupadamente por la playa, las mulatas y las negras resaltaban por su color; los noños con sus cubetitas de colores buscaban conchitas o jugaban con la arena.

Deliciosos manjares, arroz con menestra de lentejas, patacones de cambur, un picantísimo pero delicioso ají que nos hizo sudar frío, ¡que horror!

El tiempo había transcurrido sin sentirlo. Se escuchaba a lo lejos y volver, volver, volver, las canciones mexicanas también hacían acto de presencia en el escenario, las esbeltas palmeras se remecían al ritmo del viento, me acordé de una escena del pasado, estábamos en un hermoso paraje de la ciudad de Torreón descansando alegres en torno al Sublime Hermano Mayor quien feliz disfrutaba tomando una helada cerveza sin alcohol que le había ofrecido la hermandad de esa ciudad.


Maestro, le dije, esta cerveza contiene 0.4 grados de alcohol. ¡ Mira! Dijo haciendo hacia atrás su capa y mirándome fijamente, nosotros no estamos en contra de las cosas buenas de la vida, evitamos las que nos perjudican, así que déjame saborear mi bebida.

Bueno Maestro, le dije, a mi me gusta mucho la cerveza solo quería saberlo ¡salud!

El regreso fue ágil, llegamos a la ciudad de Quito al atardecer del lunes, el Cotopaxi nos saludó al llegar, cubierto de blancura.


PAX...


Gurú Pedro Enciso Ruvalcaba.