La luz de la mañana aún no llegaba
y un concierto de gallos ya se oía
ya después las aves matizaron
con sus cantos la hermosa madrugada
Hacia abajo los campos se miraban
de casitas sembrados y cultivos
que formaban las líneas del paisaje
llenando aquél ambiente de armonía
Un cuadro por los dioses parecía
pintado con sus dedos invisibles
vistiendo la sutil naturaleza
de esos tintes que inspiran al artista.
Y así fue apareciendo la mañana
y el cielo se adornó con arreboles
llenando los espacios de hermosura
y de ese tinte azul de los zafiros.
Subimos la montaña presurosos
a congregarnos al sur del Oratorio
y realizar nuestro ritual sagrado
uniéndonos al Dios del Universo.
Después en la explanada practicamos
el pranayama limpiando nuestro nadis
la gimnasia nos dio sus energías
de fortaleza llenando nuestros cuerpos
Y en espera del sol le recibimos
absorbiendo su luz y sus fulgores
entregando su amor y su armonía
a toda la hermandad que ahí esperaba
Los árboles guardianes se vistieron
con ropajes de verde esmeraldino
las flores se pintaron de colores
sembrando de belleza las laderas
Después de los rituales matutinos
nos congregamos 22 personas
participando vestidos de Domingo
al ceremonial cósmico solemne
Juntos catamos todos y bailamos
que un primoroso día va empezando
con su frágil figura se movía
la juvenil Aída muy sonriente
Los niñitos gritaban juguetones
imitando a veces nuestras voces
o brincando corriendo o retozando
pletóricos de inmensa alegría
Recorrimos el campo y ascendimos
a la montaña situada hacia el frente
de la cabaña del hermano Euclides
quien alegre y feliz nos conducía
El campo con pequeñas florecitas
mostraba en el silencio su hermosura
el aire regalaba con su aliento
su frescura, su vida y su energía
Los niños y la niñas jugueteando
adelante de todos caminaban
con su felicidad poniendo el tono
de entusiasmo, candor y de alegría
Llegando hacia lo alto se nos dijo
este lugar y yo lo ofrezco
con amor y cariño porque puedan
realizar sus rituales más sagrados
El hermano Euclides generoso
con todo el corazón nos ofrecía
sin esperar siquiera recompensa
llenando nuestras almas de alegría
En el ambiente fraternal se daba
el calor humano percibido
si el hermano Mayor nos visitaba
así su egregor se percibía
Y su presencia llegaba sutilmente
llenando con su amor a nuestras almas
revivimos los tiempos fraternales
que en su presencia física sentimos
OH Gran Espíritu, Padre Creador,
tu estás adentro y mi alrededor
ese salmo ritual que cantó Aída
nos daba adoración al Padre Eterno
Doña Esther, Nidia, Ángela, Carlos
con amor los alimentos preparaban
y también Margarita una vecina
la señora Anais colaboraban
El hermano Hernando con su cuatro
las rítmicas canciones entonaba
y todos con afán a sus tareas
solícitos y alegres se entregaban
Para todita la vida te voy a querer
mi cielo ya no seré aventurero
mi caminante sin rumbo
..
las notas daban tinte al escenario
Orlei de otras cosas se ocupaba
diligente y activo y al Maestro
casi no lo dejaban hacer nada
por su tranquilidad todos velaban
Con Citlali Tonantizin y Fernando
también Waira, Natalia y otros niños
con Shaken, Zeraira e Inti Fagua
de actividades también participaban
El Maestro con flores de los campos
a los niños ramitos regalaba
y también de ellos recibía
con cariño y amor flores bonitas
Cuantas veces los campos recorrimos
contemplando el paisaje primoroso
rodeando de los niños y las flores
gozando del ambiente a cada instante
Don Federico se sentía contento
con Aída, el Maestro y los niños
para llevar la comida a los establos
cruzando la quebrado entre los prados
Después de actividad al día siguiente
de mañana poblados recorrimos
dirigiéndose en Iza a manantiales
que albercas de un centro alimentaban
Llegando a sus termales nos bañamos
y el sol nos regaló sus tibios rayos
inhalamos, jugamos y gozamos
de esos placeres que la vida obsequia
El tiempo transcurrió plácidamente
y se fue sin sentir como los sueños
tan sólo los recuerdos han quedado
llenando nuestras mentes de nostalgia
Cuando regresamos al paraje
que nos llenó de luz y de esperanza
a nutrir de belleza nuestras almas
elevando hacia el cielo la alabanza
Adiós Firavitoba tierra hermosa
donde muere el dolor y la amargura
muchas gracias por todo y que el cielo
te siga regalando su hermosura
Las luces de la tarde se apagaron
y la luna creciendo se asomaba
el paisaje tranquilo de la noche
a contemplarlo en paz nos invitaba
A Bogotá regresamos muy felices
entre cantos, sonrisas y alegría
salpicados de anécdotas y sueños
y esos recuerdos que en la mente quedan
PAER. Bogotá, Julio 04 del 2000